Mezclado entre el público, en una mesa del fondo, más cercana a la puerta de entrada que al escenario, Ezequiel Cutaia parece alguien en la suya, pero está atento a todo: subir el frío del aire, los movimientos de la barra, avisarle a los músicos la hora de inicio del show. Es una de las mitades del cerebro creativo que compone junto a su hermano mayor, Lucas, y que en septiembre del 2000 le dio vida a Thelonious, un club de jazz con programación de miércoles a domingos, elegido por noveno año consecutivo entre los 100 mejores clubes de jazz del mundo según Down Beat, la clásica revista estadounidense especializada en el género.
Ubicada sobre la calle Nicaragua 5549, la sede actual de Thelonious (la original quedaba en Salguero 1884) tiene la atmósfera de un sueño, como quien hace un viaje hacia atrás en el tiempo inducido por la ambientación que dan las arañas colgantes con sus tulipas de luz amarillenta, las mesitas redondas de madera, una colección infinita de cuadros con personajes antiguos y anónimos en marcos de todo tipo y, por supuesto, la música. Tranquilamente se podría haber filmado acá la escena de una película de Woody Allen.
Cuenta Ezequiel que este 2020 Thelonious cumple dos décadas. Y uno piensa que si el escenario hablara, buena parte de la historia del jazz argentino post-2000 podría reconstruirse a partir del testimonio de tantas noches y tantos músicos que pisaron sus tablas. De la historia y del presente de este club de música craneado entre hermanos hablamos con él.
– Empezaron hace 20 años, ¿cómo fueron esos comienzos? ¿Qué idea tenían?
– A mediados de los 90’s, viajamos con mi hermano Lucas a Nueva York, recorrimos la ciudad y la mayoria de sus clubes. Dos lugares en particular nos atraparon con su atmósfera: uno fue el clasico Village Vanguard y otro el Café Moto en Brooklyn, que cerró sus puertas hace unos años. Volvimos con la energia y las ganas para hacer algo parecido con nuestro estilo en Buenos Aires. Y lo llevamos a cabo. El viejo Thelonious inauguró en la primavera del 2000 en un primer piso en un barrio residencial, fuera del núcleo comercial de bares y clubes. Nos gustó la idea de un club en una antigua casa reformada para este fin, que no estuviera en planta baja, con cierto misterio en sus escaleras y lo que podías encontrar arriba. ¡Todo eso duró nada más que 18 años!
– ¿Qué se mantiene y qué cambió?
– En principio la historia continuó y nos mudamos a una nueva locación (Nicaragua 5549, Palermo) ya hace más de 2 años, donde buscamos mantener la misma atmósfera del viejo club, pero en un espacio más parecido a un pequeño teatro y con un tratamiento acústico especial, ideal para ver conciertos en vivo, sobre todo de carácter acústico. La esencia se mantiene en el concepto de lo que es Thelonious y su relación vinculada al jazz sigue siendo el corazón del proyecto. De todas maneras, abrimos el espectro de nuestra programación, ya que esta sala se presta más para hacer otro tipo de shows y nos permite sumar otras propuestas además del jazz.
– ¿Cómo es el oficio (o arte) de armar una programación?
– Es algo bastante natural después de que lo hacés durante mucho tiempo, hay ciertas señas automáticas, pero se trata de buscar y buscar. Muchas cosas se repiten dentro de lo orgánico que es la programación de Thelonious. Tambien es estar atento a cosas nuevas que vayan surgiendo, proyectos que salen de otros proyectos, buscar artistas que te gusten para traerlos. Igual, todo el tiempo la escena va cambiando, acá y en todos lados. Nada se queda quieto, eso es hermoso y es medio molesto.
– ¿Cómo es trabajar con un hermano?
– ¡Genial! Con Lucas nos llevamos muy bien, tenemos una relación bastante sincera y eso facilita las cosas. Nos gusta mucho pensar Thelonious, qué queremos mostrar, y cómo lo podemos llevar a cabo.
– Contanos sobre el proyecto de Thelonious Records.
– El concepto es capturar conciertos grabados en vivo en Thelonious y universalizarlos en el sitio theloniousrecords.com.ar, todo el contenido es online y de descarga gratuita. Los discos no llevan nombres propios, sino simplemente volúmenes. La primera edición fue del Vol. 1 al Vol. 8, cada volumen con sus imágenes y videos. Ahora estamos trabajando en la edición de una segunda serie con 10 volúmenes más.
– ¿Cuánto contribuyó Thelonious en la construcción de la escena del jazz argentino de los últimos años?
– Cada club aportó desde su lugar. De los 2000 para adelante, hubo una generación de músicos que creció con nosotros y nosotros con ellos. Fuimos y somos una pequeña porción de ese espacio que se llama jazz argentino.
– Un suponer: llega un extraterrestre a Buenos Aires y le tenés que contar la escena del jazz argentino actual. ¿Qué le dirías?
– En Buenos Aires hay muy buenos músicos y shows para ir a escuchar. Música de autor, muchísimo de la corriente del bebop, también del swing y orquestas de jazz tradicional. Le diría al extraterrestre que vaya a los clubes y que escuche, que se va a ir contento, porque lo que sucede está muy bien. Hay muchas propuestas y muy buenas para que cualquier extraterrestre venga, pague su entrada, escuche muy buena música y vuelva a su planeta para contarle a sus amigos.
– Haciendo un repaso, ¿qué visitas internacionales y fechas memorables con músicos locales recordás?
– Del ámbito del jazz internacional estuvieron el trío de Ethan Iverson, The Bud Plus; la mítica cantante Sheila Jordan; los saxofonistas Bill McHenry y George Garzone; el trombonista Conrad Herwig; el baterista Rudy Royston; el pianista Benito González; el organista Adam Scone; y Seamus Blake, entre otros. Hace ya más de 7 años participamos del Festival Internacional de Jazz de la ciudad de Buenos Aires.
Algunos recuerdos memorables son la grabación de Cambio de celda (2001), el disco de Ernesto Jodos con Martín Iannaccone y Sergio Verdinelli; Música para dos quintetos en forma de espejo, de Guillermo Klein (2002); el mítico grupo Quinteto Urbano; Escalandrum, el grupo de Pipi Piazzolla, en todas sus formas. Hubo también conciertos memorables de Walter Malossetti con Mariano Otero al contrabajo en 2007; el homenaje de Javier Malosetti a su papá, «Walter x Javier», en 2013; el ciclo Blue Break Beats, del gran guitarrista Ramiro Penovi en 2012; el ciclo de conciertos del gran trompetista, Fatz Fernandez (2012); Ricardo Cavalli y la presentación de For the Guv’nor Suite – música para Duke Ellington (2010); la grabación en vivo de Black Soul, del Quinteto de Mariano Loiacono (2015); y artistas como Pepi Taveira, Hernán Jacinto, Juan Cruz Urquiza, Luis Nacht, Eloy Michelini, Oscar Giunta, Valentino Jazz Bazar, Guillermo Romero, Carlos Lastra, y otros.
En los últimos años también tuvimos la presentación del nuevo grupo de Daniel Melingo, La Eléctrica Melingo; y la visita del maestro Charly García en un show único de la mano del gran Zorrito Von & the Cracks; un concierto acústico de Adam Jodorosky; y la visita de la cantante francesa Soko, junto a los músicos de Pulp, por nombrar solo algunos.
– ¿Hacia dónde va Thelonious Club?
– Continuar ya es muchísimo. No creo que Thelonious tome un rumbo diferente. Por la personalidad que tiene el lugar, hay un camino muy marcado, estamos en el 2020 y empezamos en el 2000. Obviamente, la escena va cambiando pero la esencia de Thelonious es la misma: buscar que haya buena música en vivo.