Los miércoles 5 y 12 de junio se presenta en Thelonius un espectáculo inclasificable, único y profundo. El actor Leonardo Sbaraglia y el músico Fernando Tarrés proponen «El Territorio del Poder», un diálogo artístico en vivo en el que la palabra, la música y la imagen se unen para generar un viaje creativo sin igual.

Con textos originales inspirados en algunos de los pensadores más relevantes de nuestro tiempo, una cuidadosa curaduría de imágenes y la música siempre, sosteniendo el clima, proponiendo disrupciones sobre el texto o multiplicando los sentidos de lo visual, el espectáculo va desnudando los mecanismos con los que el poder opera y ha operado a lo largo de la historia.

Fernando Tarrés le cuenta al Blog de Ticket Hoy que la idea surgió hace varios años, cuando el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti le hizo una propuesta: “Me invitaron a formar parte de un encuentro entre escritores y músicos, en el que había que interactuar, de manera libre, con cuatro escritores que leían su obra en vivo: Piglia, Mercado, Pauls y Kohan. Una de las obras era una novela de 500 páginas y la única manera de contar esa historia tan compleja y extensa fue desarrollar capas paralelas de discurso: música, lectura, actores, grabaciones y proyecciones. Así, para resolver una situación puntual, fui encontrando este formato tan dinámico que hoy usamos. Después, el mismo Centro Cultural me invitó a hacer algo similar pero sobre textos de Rodolfo Walsh, y allí fue que nos encontramos artísticamente con Leo, la génesis artística de todo lo que hemos venido haciendo después”.

La imagen puede contener: 1 persona, tocando un instrumento musical, en el escenario y noche

Para generar este viaje audaz, la dupla Sbaraglia-Tarrés suma al notable trombonista Pablo Fenoglio, el trompetista y percusionista Richard Nant, el contrabajista Jerónimo Carmona y el baterista Carto Brandán.

– ¿Cuánto tiempo les demandó y qué procesos se desataron, creativa y organizativamente?

– Como yo venía de esa experiencia previa, el «armado» de la obra fue relativamente simple y rápido, a pesar de lo complejo que es el tejido interno que la sostiene. Pero después, con las sucesivas presentaciones, fuimos entendiendo la riqueza infinita del tema que abordamos y del dispositivo escénico que nos sostiene. La obra nunca paró de crecer, de volverse más honda, más sofisticada y -paradójicamente- más directa, más eficaz. En cuanto a los procesos que desató en nosotros, lo más interesante siempre aparece cuando un proyecto te fuerza a correrte de tu zona de confort, de tu pequeño trono, porque te obliga a mirar todo desde otro ángulo y bajo otra luz, y -en ese momento- es cuando ocurre la magia.

La imagen puede contener: 1 persona, en el escenario y tocando un instrumento musical

– ¿Hay alguna modificación en esta fecha en Thelonious respecto a los shows anteriores?

– Una de las cosas más bellas del proyecto es, precisamente, que no hay dos funciones iguales. Ni siquiera parecidas. Ese es el punto de contacto más concreto que hay entre esto que hacemos y el jazz, no es el lenguaje, sino la dinámica de trabajo. Subís al escenario sabiendo que hay que ir de un punto A a un punto B. Eso es todo. La manera de desplazarte de un lugar al otro es libre. Por otro lado, cada tanto varían los músicos con los que trabajamos y eso, en un contexto como este, es garantía de frescura y novedad.

– Este tipo de improvisación se nutre musicalmente de las técnicas del jazz, pero tiene otras demandas, imagino.

– Dado que la música es una materia tan abstracta, improvisar a partir de una idea sonora es una cosa, pero improvisar tomando como disparador a la palabra, que está en las antípodas por su nivel de concreción, es una experiencia muy diferente. Al mismo tiempo, para Leo, correrse del sitio en donde la palabra es casi exclusivamente significado para abrirse a la palabra como sonido, es una experiencia igualmente nueva y hermosa. Es liberador para todos, y eso se siente claramente. Lo sentimos nosotros, y lo siente el público. De pronto, estamos todos -nosotros y la gente- en pleno vuelo.

– ¿Cómo la pasás en los ensayos?

– ¡Nunca hubo ensayos! Jajaja. Ese fue el primer empujón a Leo afuera de su plato: ¡teatro sin director y sin ensayos! Pero, como dice un amigo músico: ¡nos pasamos la vida ensayando para poder hacer esto sin ensayar!

– ¿En qué se diferencia esto de tu trabajo como músico más tradicional?

– Creo que en el peso de la palabra. Al trabajar con cantantes fui entendiendo, muy lentamente, por qué es tan distinta la vivencia que ellos tienen. Por un lado, no hay instrumento que medie, es como trabajar desnudo. Por otro, la palabra dice, nombra, y eso entabla otro nivel de diálogo con quien escucha. Trabajar ahora con un actor, ha llevado eso a un nivel más profundo aún. Ahora sí tengo la paleta de colores completa: imagen, sonido y palabra. Es como soltar a un niño en un parque de diversiones en el que no cobran entrada.

El territorio del Poder se presenta los miércoles 5 y 12 de junio en Thelonius Cub, Nicaragua 5549, CABA.