Sergio Pángaro, líder de Baccarat, lleva dos décadas cantando boleros. Y es que en estos tiempos el bolero puede parecer un género retro en el que siempre es lindo sumergirse, pero la realidad es que nunca pasa de moda.

Pángaro editó cinco discos con Baccarat:  Baccarat por el mundo (1999), Baccarat en La Ideal (2001), Baccarat en castellano (2003), Autoayuda (2005) y Unos minutos con Baccarat (2011). También formó proyectos paralelos donde creaba personajes para cantar cierto repertorio: a saber, Sergio Pángaro como El Cisne Negro y Sergio Pángaro de jogging.

El 18 y 25 de enero repasará clásicos boleros en Thelonious Club, desde «Bésame mucho», «Piensa en mí» hasta «Corazón de melón», entre muchos otros.

– ¿El bolero le habla siempre al amor o es un prejuicio?

– Como un juego de palabras del bolero, que como género literario le gusta emplear, se podría invertir la sentencia diciendo que el prejuicio está en dar por sentado que cuando se habla amor, se habla de sentimentalismos. Dentro del amor hay lugar para el sufrimiento, para la dicha y para el encuentro con uno mismo.

En las construcciones poéticas del bolero abundan las arbitrariedades, los pleonasmos, e incluso ideas de género muy a contrapelo de la corrección política de actualidad. Esta reflexión es uno de los pilares de nuestro espectáculo, cuando los conceptos que pueden incomodar en una composición determinada se vuelven incuestionables por virtud de la música.

– ¿Qué diferencias ves entre trabajar en conjunto con Baccarat y encarar un proyecto solista?

– Con Baccarat se apuntó desde el principio a proponer un imaginario clásico con contenido actual desde el dadaísmo hasta el rock enmascarado, en una puesta supuestamente comercial y demodé.

En los proyectos solistas nos concentramos en los clásicos del bolero, la bossa-nova y los standards de jazz, con ciertas licencias a la hora de proponer traducciones de aquellos idiomas y la interpretación vocal y textual.

– ¿El humor pasó a ser un ingrediente del personaje o el humor construyó al personaje?

– Tanto de un modo u otro, fue algo no previsto. Desde los 90 que intento no convertir en una comedia los dramas que nos tocan a todos, pero evidentemente hay una recepción del auditorio que tiende a conducirlos en esa dirección, a lo mejor por nuestra realidad histórica, que a esta altura no hace falta describir. La “memización” de los íconos como síntoma de salud emocional.

– ¿La estética y el estilo hay que reinventarlos constantemente?

– Se supone que uno puede aspirar a una reinvención personal con una consecuencia: la renovación estética, no es otra cosa que la adaptación a la cultura en constante cambio.

– ¿Hay algún nuevo disco en puerta?

– Con Baccarat estamos celebrando los 20 años del primer disco, Baccarat por el mundo (1999), lo cual es una afirmación de un supuesto retro, en donde nos hemos ubicado.

Por otro lado, estamos grabando en Thelonious esta colección de canciones románticas que ya tienen un par de años de desarrollo.

– ¿Qué tenés preparado para estos dos últimos shows en Thelonious Club?

– En estas próximas dos ediciones de lo que llamamos “Pangaro canta boleros” seguiremos con la dinámica que estos ciclos tuvieron desde el principio: la presencia de invitados como Eugenia Brusa, Rafael de la Torre, Bárbara Aguirre, el Dúo Escandinavia y el propio trío que está conformado por dos figuras tan relevantes como Javier Estrin e Ignacio Long.

Lo anterior puede estar ilustrado por el curioso hecho de que una cantante canadiense, de vacaciones por Buenos Aires, esté presentándose este sábado 18 en el escenario de Thelonious una particular versión de «Bésame Mucho».